Me he pasado media vida intentando esquivar el dolor y el miedo porque no sabía que si les abría las puertas y los acogía se desvanecían.
Pretendía, con todas mis fuerzas, rehuir lo inevitable y, mientras, el miedo se hacía más terrorífico y grande. No sabía que la tristeza tan solo pretendía que la mirase, que le permitiera entrar en casa, que la mimase.
No pasa nada por estar triste y sentir miedo, forma parte de la condición humana. La tristeza y el miedo, vienen y van, son temporales. Puedes ser feliz y tener miedo y estarcontento y, a la vez, triste y desconsolado.
Entregarse a lo que hay, con ternura, es el primer paso para sentirnos mejor, más a gusto. No importa tanto qué nos toca vivir como el cariño que le ponemos a lo que vivimos.
Siempre podemos mirarnos a nosotros y a los demás con dulzura, al fin y al cabo todos atravesamos a ciegas ese bosque encantado que llamamos vida.
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