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domingo, 8 de enero de 2017

Preguntas para explorar y profundizar en el duelo: ¿Qué necesito?


El duelo es un camino que lleva implícito un trabajo para poder ser recorrido. Es un proceso que no depende del tiempo, sino del “cómo” lo transite cada doliente.
El camino no es recto, ni mucho menos, por eso, a veces el camino pide que el doliente se tome un tiempo para estar en una parte concreta del mismo, quizá profundizando en ella o cogiendo fuerzas para la subida que se aproxima. El camino que atraviesa cada persona es diferente y sólo el doliente sabe en su interior cómo atravesarlo.

La introspección en el duelo

Para poder conectar con esa intuición o inteligencia que “sabe” lo que está bien para cada uno (y que no suele estar totalmente accesible) el doliente comienza un trabajo de introspección, de ir más allá de los mecanismos de defensa que pueden confundirnos, yendo un paso por debajo del miedo o de la tristeza, sentimientos que tienden a orientarnos hacia la negación o hacia algún otro lugar de bloqueo o de poco avance.
Una manera de profundizar en la experiencia del duelo, de ir más allá de lo que automáticamente nos surge desde los mecanismos de defensa, es el trabajo a través de preguntas. Una de las muchas que puede hacerse el doliente y que responde a procesos que se dan el transcurso del duelo, es la que planteamos en este post: ¿Qué necesito? Conectar con la auténtica necesidad y proveernos de lo que necesitamos marca todo un camino.

Las necesidades del doliente tras la pérdida

La necesidad puede ir de lo más concreto y físico -como necesidad de descanso- a la necesidad más amplia, incluso podríamos decir existencial: “Necesito poner límites”. La propuesta de trabajar con preguntas no es quedarnos sólo a nivel racional, es decir, no se trata de contestar con una solución o con lo que más rápido venga a la cabeza.
Además de la inteligencia racional, el ser humano también posee la inteligencia emocional, la intuitiva, la corporal… La propuesta de trabajo con esta pregunta es hacer una pausa y romper con el automatismo de nuestros mecanismos de defensa.

Cómo trabajar la introspección en el duelo

Para trabajar la pregunta de “¿Qué necesito?” lo que proponemos es elegir un lugar de la casa, de la habitación o algún lugar del exterior que sea especial para nosotros, donde nos sintamos nosotros mismos o especialmente cómodos.
Una vez que hemos encontrado ese lugar, nos acomodamos en él: si es en casa, buscamos un momento del día o de la noche en el que no nos vayan a interrumpir o pedimos ese espacio de media hora. Es importante crear un espacio de silencio, no solo externo, sino también interno. Si nos ayuda crear algo de ambiente, como encender incienso o alguna candelita, está bien; si no, también está bien.
La propuesta es: parar, mirar y escuchar. Normalmente la tendencia que tenemos frente a lo complicado y doloroso es intentar deshacernos de ello, pero así sólo conseguimos arrinconarlo, que tome otro camino para ser atendido o que genere sensación de bloqueo, agotamiento y descentramiento.

Parar, mirar y escuchar el duelo

– PARAR: La manera que proponemos de parar y acudir al presente es a través del cuerpo. La respiración nos sirve de toma de tierra con el presente, por eso, la manera de parar será centrando la atención en nuestra respiración, sin trata de modificar ni cambiar su curso o su ritmo. Una vez que pongamos la atención en mi interior, podemos ir paseando la atención por las distintas partes del cuerpo, tomando conciencia, sin intentar relajar o cambiar nada, sin juzgar ni exigir, simplemente, dándonos cuenta.
– MIRAR PROFUNDAMENTE: En la búsqueda de silencio interno nos encontramos con muchos “ruidos internos”: pensamientos, sensaciones, emociones, incomodidades físicas. Para poder mirar profundamente buscamos reconocer lo que está ocurriendo y dejarlo pasar, sin aferrarnos. Conectar con la respiración nos servirá de anclaje. Para poder mirar con profundidad, conviene poner en marcha una actitud de “no juicio”, de empatía y atención hacia nosotros mismos.
– PREGUNTAR-ESCUCHAR: A continuación, podemos hacernos esa pregunta, como si se la preguntásemos a nuestro cuerpo: ¿Qué necesito? (puedes modificar la pregunta si así te conecta más, por ejemplo: ¿Qué necesito para elaborar mi duelo? ¿Qué necesito en este punto del camino? ¿Qué necesita esta tristeza profunda que siento?) No hay que responder automáticamente, sino dejando que vengan imágenes, tal vez algún recuerdo, alguna sensación física, en esa manera de “estar con lo que hay”, con la emoción, pasando del modo automático al consciente, y escuchando todo eso que surge, en lugar de tratar de evitarlas.

La escucha profunda de nuestro interior

Si este ejercicio nos ayuda, podemos empezar a escribir con esa pregunta que hemos lanzado a nuestro interior, dejando que salgan las palabras, frases, sin hacer ninguna pausa durante unos 5-10 minutos. Dejaremos que las palabras surjan de un modo espontáneo, no pensado, ni teniendo cuidado con el estilo, no lo va a leer nadie, es sólo para ti.
Una vez que hayan pasado unos 5 o 10 minutos escribiendo, reléelo con calma, sin prisa, como si lo estuvieras saboreando, y subraya tres palabras que resuenen especialmente, que “hagan diana”. Cuando las tengas, permanece un rato con esas palabras, repitiéndolas, dejando que vengan asociaciones, imágenes, sensaciones.
Tanto si surge algo concreto como si no, está bien este espacio de tiempo que has dedicado a la escucha profunda y puedes continuar trabajando con esta pregunta u otras en otro momento. En cualquier caso, el hecho de restablecer la comunicación con nuestro interior ya es un gran paso.
Para saber más sobre el duelo, os recomendamos la lectura de nuestra Guía de Duelo Adulto, que ofrece apautas para detectar y atender el duelo complicado. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web:


PILAR PASTOR, PSICÓLOGA DE FMLC

http://blog.fundacionmlc.org/preguntas-para-explorar-y-profundizar-en-el-duelo-que-necesito/

Preguntas para explorar el duelo (II): ¿De qué está hecho mi dolor?

PILAR PASTOR, PSICÓLOGA DE FMLC
El dolor es un sentimiento complejo, compuesto de las distintas emociones que cada persona siente, elabora y experimenta de forma diferente. Si bien el dolor es el sentimiento esencial y compartido cuando sufrimos una pérdida, el trabajo de cada uno con su dolor se lleva a cabo conociéndolo.
Elaborar el duelo tiene mucho que ver con sentir, conocer y permitir el dolor. Es una de las tareas del duelo que nos propone Wiliam Worden: “Elaborar las emociones y el dolor que viene con la pérdida”. Según este reconocido autor, siempre que se produce la pérdida de un ser querido, ésta se siente con dolor en mayor o menor medida, con las características únicas de cada persona.
Pero un duelo no se puede elaborar sin sentir dolor. El dolor está tan relacionado con el duelo, que el mismo origen latino de la palabra, “dolus”, significa dolor.

Diferencias en la forma de sentir el dolor tras una muerte

Hablar de dolor, sin embargo, puede resultar ambiguo. Mi concepto y mi sentir del dolor es distinto al tuyo y, cuando se refiere a una pérdida, esta diferencia se acentúa más aún. No es lo mismo que el dolor de alguien sea como sentirse huérfano o que el dolor de otra persona sea como sentirse perdido. Ambos son dolores, pero no se sienten igual, ni implican lo mismo, ni significan lo mismo.
Siempre insistimos en que es imposible comparar el grado de dolor entre una pérdida y otra, y en que no podemos establecer cuál es la muerte más dolorosa ni la peor, puesto que aquí entra el concepto de dolor, y el dolor es algo puramente subjetivo y muy complejo. El dolor ante una muerte depende fundamentalmente del vínculo que el doliente tenía con la persona que ha fallecido, las circunstancias en que ocurrió la muerte, la historia previa y la personalidad del doliente, y del apoyo subjetivo que siente.

No hay que evitar el dolor tras una pérdida

La propuesta que hacemos para adentrarnos un poco más en el conocimiento del propio dolor comienza con no evitarlo. En la medida en que nos acercamos al propio dolor, vamos liberándolo y conociéndolo. Y a medida que vamos conociéndolo, vamos quitando capas hasta conectar con el núcleo del dolor.
No evitar el dolor traerá imágenes, recuerdos, pensamientos y también sensaciones físicas, pero también traerá resistencias. Una parte fundamental del encuentro con el propio dolor es ser conscientes de cuáles son los mecanismos que habitualmente utilizamos para desconectar, para evitar el dolor.
Acercarnos al propio dolor da miedo, parece que nos va a desbordar o que no vayamos a ser capaces de manejarlo. Lo primero que debemos hacer es reconocer si ese miedo está en nosotros y descubrir cómo se manifiesta a través de esas resistencias, pero no para luchar contra ellas, sino para conocerlas y escucharlas de alguna manera.

El duelo y su manifestación física

Otra manera de acercarnos al dolor es a través de las sensaciones físicas. Hay sensaciones que sabemos que no sólo son físicas, sino que contienen algo más. En esa observación del dolor, de la resistencia al mismo, es muy probable que surjan sensaciones físicas. Lo que generalmente hacemos frente a esas sensaciones es intentar evitarlas, razonar con ellas, o intentar que desaparezcan.
Ante este impulso, nuestra propuesta es notar esa sensación. Para ello quizá pueda ayudarnos asignarle una imagen, un color o una forma que la represente. Eso nos permite relacionarnos con esas sensaciones y no negarlas, sino darles espacio y atención. Quizá podamos decirnos: “Una parte de mí, ahora, se siente así”.

Preguntas para facilitar la introspección en el duelo

“¿Cómo lo siento?”, “¿Dónde lo siento?”, “¿De qué está hecho mi dolor?” son preguntas que pueden guiarnos en la introspección, la observación y el conocimiento de nuestro dolor. “Cómo lo siento” y “Dónde” nos remiten a las cualidades más sentidas del dolor, es decir, a lo más físico y a lo más emocional.
La tercera pregunta, “¿De qué está hecho?”, implica ponerle significado a esa emoción. Esa pregunta nos ayuda a indagar y a ponerle nombre al dolor. Quizá en él haya rabiasensación de injusticiaculpatristezadesamparo, etc. Ponerle palabras le da también límites y matices, y nos ayuda a reconocerlo y conocerlo. Eso no implica que vaya a desaparecer, pero sí significa comenzar a relacionarnos con ese dolor y reconocer que una parte de nosotros, en este momento, se siente así.
Para saber más sobre el duelo, os recomendamos la lectura de nuestra Guía de Duelo Adulto, que ofrece apautas para detectar y atender el duelo complicado. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web:

http://blog.fundacionmlc.org/preguntas-para-explorar-el-duelo-ii-de-que-esta-hecho-mi-dolor/

Fundación Mario Losantos del Campo: entidad que trabaja para contribuir al desarrollo integral del ser humano,


Fundación Mario Losantos del Campo

Somos una entidad que trabaja para contribuir al desarrollo integral del ser humano, mediante acciones específicas centradas en los ámbitos de la salud y la educación. FMLC está clasificada como fundación benéfico-particular de carácter asistencial, por Orden Ministerial de fecha 1 de marzo de 2000.

Cómo colaborar
Dirigido a:
Personas en duelo
Entidad colaboradora:
Proyecto propio de FMLC
Lugar:
Alcobendas


www.fundacionmlc.org